lunes, 29 de diciembre de 2008

¡FELIZ 2009!

El final de un año, y el nacimiento de otro, nos lleva inevitablemente a la reflexión y al análisis. Por una parte, hay anhelos y esperanzas, por otra, el recuento de las experiencias acumuladas.
Hace más de veinte años el maestro Fernando Lozano me confió la creación y organización de la biblioteca de un programa inédito en nuestro país: el de las Orquestas Juveniles, que estaba por nacer. Trabajábamos precariamente pero con gran entusiasmo en una vieja casa de la colonia Condesa. Un día el maestro me invitó a visitar un edificio que le ofrecían en Chapultepec: La Tapatía. Yo fui el primero en visitarlo junto con el maestro. Era una sala de proyección privada que también hacía las veces de salón de fiestas. En el salón donde hasta hace poco ensayaba la orquesta de Miguel Hidalgo había butacas y el piso tenía un declive importante. La visión única del maestro hizo de ese lugar un importantísimo centro de trabajo al cual yo acudí diariamente durante más de una década, puntualmente, desde temprano en la mañana: fue una etapa muy importante de mi vida. Son tantos los recuerdos de las experiencias, las personas, los sueños, las batallas que libramos desde ahí que tomaría mucho tiempo narrarlas. ¡Las personas que pasaban por ahí! Ahí conocí a Carlos Jiménez Mabarak, a Arturo Márquez, a José Antonio Abreu, Eduardo Mata, por sólo mencionar a algunos de una interminable lista. Ahí fotocopié el manuscrito original de la ópera Tata Vasco de Miguel Bernal Jiménez. Son sólo ejemplos, destellos en mi memoria de tanta vida, tanta experiencia.... Después La Tapatía pasó de mano en mano durante un tiempo, fue muy manoseda, y creo que tuvo un muy digno final al ser ocupada en su totalidad por la orquesta de Miguel Hidalgo. En sus momentos de mayor esplendor, difícil de describir, la mayoría de ustedes no habían nacido o sólo eran unos niños. Pero creo que no es difícil explicar con toda honestidad que la pérdida de ese lugar me dolió a mi más que a nadie.
Ya no soy el joven de esos tiempos, pero la madurez y la experiencia me han enseñado que lamentarse y autocompadecerse, además de estéril resulta absurdo. Mas bien sé que las crisis son una oportunidad de crecimiento y de fortalecimiento, y por ello quiero dar un voto de absoluta confianza a la Orquesta Juvenil Miguel Hidalgo. Estoy completamente seguro de que su calidad humana y su compromiso sacarán el mayor partido posible de esta nueva oportunidad de crecimiento y desarrollo, con dignidad y madurez.
Otro ejemplo similar fue el final del trabajo del maestro Antonio Sanchís como director de la Orquesta Juvenil de Tlalpan. Pieza fundamental de nuestro programa, músico, maestro y ser humano ejemplar, nos aportó muchísimo a todos nosotros durante largos años. Cuando decidió renunciar, el golpe parecía ser definitivo para la orquesta de Tlalpan y para el programa en su conjunto. Sin embargo, el proceso de selección del nuevo director, inédito en nuestras orquestas, resultó ser ejemplar. La convocatoria abierta reunió a muchos y muy valiosos candidatos de diversos ámbitos, y todo se llevó a cabo con absoluta transparencia y claridad. El ganador del concurso, el maestro Rodrigo Elorduy, joven promesa mexicana de la dirección de orquesta, ha cumplido admirablemente bien con la confianza que en él se ha depositado. Aquí podemos ver con claridad como las crisis pueden fortalecernos, si sabemos cómo navegar a través de ellas con sabiduría.
El Centro Cultural Ollin Yoliztli ha cambiado tres veces de director en los últimos dos años, cada cambio ha significado luchar una vez más desde el principio por explicar y hacer comprender a las nuevas autoridades la importancia y las enormes posibilidades de nuestro programa. Hemos tenido que combatir con valor y asumiendo graves riesgos las tentaciones de reorientar nuestras orquestas hacia derroteros menores, o de tomar decisiones administrativas de graves consecuencias para todos nosotros. Siempre hemos salido adelante fortalecidos. El próximo año, de elecciones para el Congreso de la Unión, seguramente traerá cambios políticos que nos harán emprender con renovado vigor esta batalla. Tengo confianza en que esto será una nueva oportunidad de crecimiento, y aprovecho para agradecer la confianza y el apoyo que me ha brindado el Consejo de Directores de Orquestas Juveniles de la Ciudad de México en esta lucha interminable.
En otro orden de ideas, el 2008 nos trajo nuevas experiencias que ampliaron positivamente nuestros horizontes. Tuvimos intercambios importantes con otros países como Venezuela y Estados Unidos, que esperamos que prosperen y evolucionen. Se sumaron a nuestro programa las orquestas de Cuauhtémoc y Milpa Alta que venían luchando valientemente desde hacía tiempo por cuenta propia. El número de maestros y de alumnos de nuestras orquestas ha crecido de manera importante, y tenemos un gran número de alumnos en un nivel de iniciación que promete mucho. Nuestra Filarmónica Juvenil emprendió una gira que nos dejó recuerdos imborrables, y fortaleció nuestros lazos de unión como sólo la lucha y las experiencias compartidas lo pueden hacer.
El próximo año iniciará sus actividades una nueva orquesta de nivel medio con características similares a las de Filarmónica Juvenil. Es un proyecto que he anhelado desde hace mucho tiempo y tengo grandes esperanzas puestas en él.
Y muy pronto tendremos las audiciones para reestructurar nuestra Filarmónica Juvenil. Es muy importante para mí que se entienda correctamente el propósito de esto. Queremos ordenar, legitimar y perfeccionar el funcionamiento de nuestra orquesta. Quienes piensan que esta es una oportunidad para deshacernos de elementos indeseados están totalmente equivocados. Pretendemos que los que ya están, trabajen de una forma más ordenada y tengan un estudio y un desarrollo más sostenido. Y dar la oportunidad de ingresar a aquellos que lo merezcan, abriendo nuestras puertas a todo el que crea ser capaz de asumir el compromiso que estar en la orquesta representa. En pocas palabras, no queremos destruir, queremos construir, crecer, consolidar. Pero queremos dejar bien claro que ser integrante de esta orquesta es y debe ser un honor y significa un compromiso. Compromiso de estudiar, de perfeccionarse, de dar lo mejor de sí mismos. De ser puntual, de asistir, de cumplir con alegría.
Para resumir: por favor, aprovechen esta oportunidad de estudiar, de mejorar, de demostrar su valía. Y yo les aseguro que los directores de orquesta, que sus maestros, que todos nos entregaremos a este programa con enorme alegría para ser mejores también cada día, para seguir creciendo todos juntos.
Que tengan un excelente 2009, lleno de satisfacciones, un abrazo muy fuerte para todos.
Ariel Hinojosa

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